
Se de los vaivenes
y de la luz amarga,
del hondo minuto del recuerdo,
de los pétalos cayendo en la noche
con los sueños tronchados
por el dominio callado de la crueldad.
Más, sé de tu amor
y constante compañía,
del aliento sereno
como el son del ave pasajera.
Sé de la cruz del perdón,
de la nueva tentativa,
de buscar el norte de las ansias
que justifiquen mi acerbo latir.
Pero sé del niño que pide,
de las mujercitas en las calles
regando su néctar por un pan.
Sé como punza mi alma
cuando suenan las campanas
despidiendo al hijo en el andén;
más sé como tú quedas aquí
alimentándome,
buscando la chispa,
esperando la partida
hacia el horizonte del triunfo final.
Vida..., lo sé
más nada puedo hacer...
Leonardo Silva (San Bernardo)